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Historia

El abedul ha sido llamado El Árbol de la Vida en distintas culturas por los múltiples efectos beneficiosos sobre la piel y sobre la salud.

La savia recolectada en primavera, antes de que se abran las hojas se toma como bebida remineralizante y desintoxicante y así ha sido utilizada y sigue haciéndose a través de los siglos en culturas muy diversas de distintas zonas de la tierra.

Abedul quiere decir el árbol que tira las hojas. Representa por ello la esperanza y la alegría pues confía y confiamos en que lo que en un momento no está visible vuelva a renacer.

Fotografía de un abedul

La copa rosada del abedul en las últimas semanas del invierno flota en el paisaje con un mensaje de color y una llamada para el hombre. Es el color más cercano al hombre.

Se llama a la savia El Elixir de la Vida reconociendo el poder y buen efecto sobre la salud y sobre el tono vital. Se utilizan para preparados terapéuticos además de la savia, las flores, los brotes, la corteza, las hojas e incluso las raíces.

Rudolf Steiner describe el proceso formativo del abedul entre lo interno y lo externo como una indicación de su buena acción sobre el organismo humano,  del  cual es perfectamente complementario. Esta buena acción se manifiesta de una forma especial en la piel.

El campo de acción de los árboles y plantas cuya voluntad es servir al hombre es muy amplio. En el caso del abedul esta acción se centra principalmente en el proceso de inversión entre el mundo interno y el externo. En la formación de la álbúmina en las hojas y la eliminación de las sales potásicas a través de la corteza el abedul se acerca al hombre complementando en espejo su propio proceso formativo y ofreciéndole así una ayuda muy especial en su evolución ayudándole a recuperar la forma de acuerdo al preciado plan original una y otra vez.

El abedul sabe reflejar para el hombre los recursos elevados que le ayudan a restaurarse y con la restauración no sólo a paliar un mal sino también a alcanzar un bien mayor que yacía como recurso  de poder aún sin utilizar.

Podemos llamar "belleza valiente" a la expresión que los preparados de abedul despiertan en las personas.

El abedul es la primer árbol que coloniza las tierras después de la glaciación, también después de los incendios. El abedul es un árbol pionero que abre camino para otros árboles. Su savia y los productos que mantienen las propiedades de abedul son pioneros descubriendo recursos y potenciales en el hombre y actúan también en la regeneración de la piel después de haber sufrido por exceso de frío  y por quemaduras.

La capacidad antioxidante de los productos del abedul son fundamentales para la buena respiración de la piel y para la transformación de los elementos en éteres, los elementos constituyen la materia y en el hombre se transmutan en éteres. Cumple así una función vitalizadora o dadora de vida.

La respiración entre dos mundos es también estimulada por el abedul que activa la visualización del estado de resolución. El que se queda encerrado en el problema se enferma, se encierra en él, este encerrarse es el origen de la palabra enfermedad "enfermé" -encerrado. El abedul abre con belleza y valor un campo amplio de posibilidades y para dejar constancia crea una bella corteza blanca sobre la que se han escrito innumerables historias.

Foto de bosque de abedules

El abedul nos ha estimulado desde tiempo inmemorial a escribir la historia para aprender a vivir mejor. Su acción más intensa y revolucionaria se manifiesta en la activación de la memoria de la vida y también de la memoria de forma por lo que es un reconstituyente fiel al precioso plan original.

La expresión verdadera de un ser humano es bella, pero para llegar a ella es necesario conquistar zonas que estaban congeladas o degradadas por traumas o falta de utilización.

El abedul produce muchísimas semillas que apenas tienen peso, en un kilo cabe más de un  millón de ellas. El ser humano necesita  su experiencia de levedad y la realidad etérica que eleva, inspira y alivia. Para aprender necesitamos repetir las experiencias pero antes necesitamos airearlas y conocerlas en su aspecto de levedad intensa. 

Necesitamos compensar y equilibrar el efecto de la gravedad con  el efecto de la levedad. La gravedad de la que depende nuestro peso nace de la atracción de la tierra, la levedad surge del eco de nuestro propio ser en las estrellas. Entre una y otra nos realizamos y recreamos de una forma cada vez más personal y  que ha de ser elegida con mejor criterio, con más conocimiento y voluntad.